Celebración de la Navidad [Libre]

[Tal y como hubo celebración en la fiesta de Halloween (las misiones), la Navidad obviamente no se quedará atrás. Sin embargo, será muy diferente a lo que se ha hecho en Halloween. Este será un tema abierto hasta determinada fecha (aún no la he fijado, pero calculad para principios de Enero), en él que cualquiera podrá participar, sea de Luz o de Oscuridad. En vez de explicarlo todo junto aquí, por apartados:

- Seas del bando que seas, estés donde estés, puedes participar, sin tener que apuntarte, sin límites de posteo, totalmente libre. Sólo se necesita estar censado. Además, añado de que no quiero ver nada que diga "ese sé que es de Luz, por lo que me cae mal al ser de Oscuridad", textualmente el personaje, no el user, porque anuncio que tomaré medidas.

- No hay una trama la cual seguir. Vuelvo a repetir que es totalmente libre, una fiesta a la que acuden los personajes, en donde se puede interactuar con otros, divertirse, etc. Y no hay masterización, en un principio, excepto si llega un momento en el que alguno de los Masters veamos necesario intervenir. Los npc's serán controlados por los users, excepto Papá Noel, el cual no está presente.

- Está prohibido llevar armas, es decir, tendréis que desprenderos de ellas al llegar, sea como sea. Tampoco vale escondérselas en la manga, ni nada por el estilo. No es sólo algo prohibido en la fiesta, sino prohibido a los users.

- Los usuarios de Luz deberán empezar su post como si estuvieran en el bosque que precede a la colina de Ciudad de la Navidad, es decir, ahí harán aterrizar la Nave. Está prohibido robar Naves y a los de Oscuridad dejar Ciudad de la Navidad, es decir, ver el bosque. Ellos deberán empezar directamente en la fiesta (poniendo también como llegan, claro).

- Los lugares por los que pasearse son todo Ciudad de la Navidad, incluyendo: colina con el árbol hacia Ciudad de Halloween, plaza del tiovivo, casa de Papá Noel, fábrica y jardín trasero (en el cual se lucha contra un robot en KH2).

- Hay un premio de 10 puntos para los que participen. Ojo, me reservaré el derecho de ver a quien dárselo o a quien no. Lo que quiero decir es que si veo a alguien que llega, se aburre y se marcha en un solo post, no recibirá ni un mísero punto, porque se supone que está organizado para divertirse, no para obtener solo el beneficio.

- Como no se puntua del 1 al 10, sino que se darían los 10 directamente, no hace falta que invirtáis tanto tiempo en el post, pero tened presente que a nadie le suele gustar leer faltas de ortografía por doquier, es decir, que pasar el texto por Word no os va a matar. Tened presente también que deberiais leer los posts anteriores al vuestro, pues puede que alguno de esos personajes se haya fijado en el tuyo, presentado, etc.

- Cualquier duda sobre la fiesta en general, por PM]


Como siempre, Ciudad de la Navidad estaba cubierta por una capa de nieve y hacía bastante frío, visto la estación en la que ya estaban. Empezaba a oscurecer, aunque ya hacía rato que habían encendido las luces que adornaban aquel día la plaza de tiovivo roto. Y es que no era un día cualquiera, sino el 25 de Diciembre, una fecha muy especial y para celebrar. Como siempre, los duendes decoraban el lugar, incluso el interior de la casa de Papá Noel, el cual hacía rato que se había marchado a repartir regalos y no regresaría hasta altas horas de la noche, o de la mañana.

Preparaban la fiesta de todos los años, que se celebraba en Ciudad de la Navidad hasta altas horas de la noche, finalizando la velada con el regreso de Papá Noel. Ya había unos cuantos duendes paseando por allí, bandeja en mano, con canapés y bebidas para todos los gustos. Sin embargo, ningún invitado. La fiesta era totalmente pública, por supuesto, así que cualquiera podía ir si estaba enterado o se la encontraba algún año por casualidad. Claro, si tenía una nave o algún modo de viajar.

La decoración era evidentemente navideña, con luces de colores, gorros rojos, árboles de navidad con estrellas en la copa y diferentes adornos. Algunos duendes terminaban de retocarla, apresurados por su tardanza en hacerlo.

Además, un duende atrevido había viajado hasta Ciudad de Halloween para colocar señalizaciones en los árboles del bosque que indicaran el camino hacia el portal, el dibujo del árbol de navidad, que les llevaría a la fiesta.

Un segundo portal aparecio poco después, de características muy similares al primero, por no decir idénticas.

Esta vez, un muchacho trajeado salió de allí, vestía un traje blanco como la nieve, impoluto, con una camisa roja en el interior y una corbata y zapatos, también de color níveo.

Rápidamente una figura se acercó coriendo a él, un duende. Que le dijo con una estridente voz de pito: "No están permitidas las armas señor".

Ante eso, Lázaro sonrió y con un leve movimiento de muñeca hizo que la daga que ocultaba bajo su manga se deslizase hasta su mano, entregándosela después al duende y diciendo.

- "Lo siento, no pienso cortarme los puños"

Se percató entonces de que era el segundo en llegar y al fijarse en el primero, una vaga intuición recorrió su ser, aquel hombre le sonaba, pero no estaba seguro de que ni porque.

Se centró después en la cantidad de duendes correteando, algunos de los cuales le miraban curiosos, él se sentía elegante asique con elegancia y buena educación empezó a pasear por la sala, recogiendo cuantos canapés y demás variedad de entremeses tenían. Asi como, por supuesto, varias de las copas que portaban en sus bandejas. Ciertamente parecía que Lázaro tenía varias manos mas de las que en verdad tenía.

En el momento en él que llegué a aquella desagradable fiesta, tras salir del agujero negro, deseé no haber aparecido por ahí. ¡Todo el maldito paisaje era blanco! Color del demonio. Lo odiaba profundamente y con ello, la nieve. Además, no es que estuviese muy abrigada que digamos. Había oído rumores sobre una fiesta de Navidad muy popular en aquel lugar, pero como obviamente era la primera vez que iba, no había podido predecir que sería al aire libre.

Llevaba un vestido largo, negro y ajustado, que resaltaba mi figura y mis curvas femeninas, algo que me encantaba. No es que quisiera provocar a alguien, es simplemente que me gustaba verme así de encantadora. Era de manga larga, por lo que el frío me protegería durante un buen rato, por lo menos. El pelo, recogido en lo alto con un moño poco formal, que dejaba parte del cabello caer hasta el cuello, daba el toque perfecto al conjunto. No llevaba mi bastón encima, algo que me molestaba bastante, pero por lo menos lo había dejado escondido para que nadie osase robármelo. Lejos de allí, por supuesto.

Para ser una birria de fiesta, ya había demasiadas personas allí. Dos muchachos, uno comilón que se paseaba entre los enanitos y otro marginado en la pared. Perfecto. Sumándole a los pequeñajos, aquello parecía destinado a ser un muermo.

Me acerqué a uno de los duendes, molesta por el ambiente, cogiendo una de las copas de champán que llevaba en la bandeja con demasiada dureza. ¿Y por qué diablos seguía allí? No tenía nada mejor que hacer y aún quedaba mucha noche por delante. Me llevé la copa a los labios mientras intentaba imaginar como sería el resto de la gente que acudiese.

Mi pie se hundió hasta el tobillo cuando salí del portal. Fulminé con la mirada la nieve que lo cubría, poco le faltó para derretirse. Cambié rápidamente de expresión, mientras ponía el otro pie en el suelo. Había ido allí a pasarmelo bien y a beber gratis... Y, aunque no me gustase reconocerlo, porque me encantaban aquellas fiestas falsas, en las que todo el mundo sonreía con una copa de champán en la mano mientras recreaban la muerte de sus congéneres en sus mentes. Era el perfecto ejemplo del poder y la sofisticación.

Había muy poca gente en el lugar... Dos hombres y una mujer. Me fijé en la última... Bonito vestido, bonito peinado, pero sobraba su cara petulante y derrochaba demasiado mal humor. ¿Acaso no sabía comportarse? Ya desde el principio me cayó mal... Como casi todas las mujeres.

Suspiré delicadamente, me recoloqué con una mano el dorado cabello que me caía en cascada por los hombros, y me dirigí con pasos pequeños y gráciles hacia uno de los duendecillos con bandeja en mano, mientras los bajos de mi corto vestido azul pálido volaban elegantemente alrededor de mis piernas.

Sonreí al enano mientras le cogía con sutileza una copa de champán y me la llevaba a los labios. Me puse a inspeccionar a los dos chicos, uno con traje blanco, otro con gabardina... A ninguno de los dos les veía la cara, aunque el copito de nieve me sonaba mucho...

Caminé hacia él, interpretando perfectamente el papel de una anfitriona. Me sentía como en casa en aquella situación, por muy extraño que fuese, ya que, que yo recordase, nunca habia estado metida en algo así. El caso era que no necesitaba mi escudo para protegerme, ya tenía mi sonrisa, y tampoco la espada para atacar, para eso tenía los labios, la voz y la mirada.

Me paré a una distancia demasiado corta como para ser educada, y le hablé con un dulce y pausado susurro.

-Hola... Me suena tu espalda, ¿nos conocemos?

Un portal de color oscuro apareció de la nada, contrastando con el blanco de la nieve y con la ropa que llevaba. No me había molestado en arreglarme mucho pues llevaba la misma ropa de siempre: una camisa azul, corbata roja, pantalón blanco, chaqueta y gabardina blancas y un sombrero , además del parche que siempre llevo puesto.

Detrás de mi el portal oscuro se esfumo. Sin darme cuenta hice un gesto con los dedos para hacer girar mi bastón. Lamentablemente lo había perdido, pero acabaría por aparecer en el lugar menos esperado... ahora lo importante era la fiesta, había oído hablar de ella y al parecer no era solo un rumor. Conté la personas que eran un poco más altas que los duendes, cuatro, al parecer yo era el quinto.

Me acerqué a uno de los duendes y le cogí una copa de licor, dí apenas un sorbo y me volví a mirar a los demás invitados.
Paseé un poco entre ellos, sin acercarme demasiado, para ver si conocía a alguien, pero todos iban demasiado arreglados. Opte por acercarme a un chico con una gabardina negra, me quedé a una distancia prudencial y saludé.

-Hola - dije titubeante- Soy Ginji.

Di un trago a la copa que tenía en la mano y espere a recibir un respuesta.

Y poco a poco, por goteo, la gente comenzó a llegar a la fiesta.

Al menos así lo hicieron dos preciosas féminas, a cada cual mas elegante y, sin duda, con el mismo propósito... ser la reina de la fiesta. Estaba demasiado ocupado comiendo aquellos manjares como para percatarse de que realmente conocía a una de ellas, aunque, dado que esto era una fiesta... la conocía mucho menos íntimamente de lo que le gustaría... ya me entendéis.

Mientras un último invitado aparecía, aquella muchacha le saludó, era un saludo curioso, sin duda. Pero era un saludo que le permitió reconocer aquella voz, y Lázaro estaba encantado de poder hablar con ella de nuevo. Se dio la vuelta y la sonrió.

- "Es posible que nos conozcamos... sí, ¿Sabes? Estás preciosa hoy, Isola."

Y era verdad, Isola ya era de por si un bellezón increíble... o, en palabras de Lázaro... estaba jodidamente buena, pero en estos momentos estaba espectacular.

Pero Lázaro se sentía mas caballeroso que nunca, asique tras eso, aproximó su mano diestra hacia la de la muchacha con intención de besarla el dorso de la mano. Si es que se dejaba, claro, al fin y al cabo... ¿Quién entiende a las mujeres?

Spoiler:

Demasiado directo para una conversación formal, pero no pude ocultar la gran sonrisa de satisfacción que me causó. Me encantaba que me adulasen, que me alagasen...
Nunca estaba de más un chico atrevido para divertirse un rato, aunque no era el momento.

Me mordí la lengua para no responderle una fanfarronería, porque, cuándo no estaba yo preciosa. Me decanté por una respuesta más impersonal, ya que, a fin de cuentas, no conocía casi en absoluto a aquel hombre. Era fuerte y poderoso, sí. Y manipulador y demasiado inteligente, y hasta ahí llegaba.

Era el momento perfecto para mejorar aquello, no pude evitar pensar que sería un aliado interesante, aunque estuviésemos en una fiesta. Pero, bien pensado, ¿no servían para eso?

-Gracias, el blanco te sienta bien, y el traje mejor aún.

Le dí un sorbo a mi copa, y mi cerebro se encendió de pronto, en aquel momento apostaría que Lázaro era vanidoso, le ocurría a todas las personas poderosas. Además tenía ojos en la cara, y parecía que a aquellos ojos les gustaban las mujeres.

"Divertámonos un poco"

Acabé la copa.

-Por cierto, bonitos pantalones. -Dije, esperando que pillase la indirecta, sino lo hacía, le había sobreestimado.

Pasó un enanito a nuestro lado, y dejé la copa en su bandeja, para coger otra. Me encantaba el alcohol gratis.

¿Sería Lázaro vanidoso?

Bueno... algunos podrían considerarle como tal, aunque yo (que al fin y al cabo le he creado) diría que simplemente tiene un exceso de confianza que ralla lo insoportable y que se convierte en su peor defecto y debilidad. Si bien él no se considera poderoso... si cree que su ingenio es capaz de sacarle de cualquier situación...

Y le encanta juguetear con las mujeres, a las cual no daba más importancia que las de meros objetos diseñados para dar placer. ¿Qué se podía esperar de él? Al fin y al cabo las únicas mujeres que había conocido eran... las asesinas que le criaron, y las prostitutas que le convirtieron en un hombre.

Pero claro, nadie sabía eso, y Lázaro no estaba dispuesto a que nadie se enterase... por el contrario sonrió a Isola, se sentía analizado pero... ¿no la estaba analizando él también? Por supuesto que sí, y de una forma parecida... pensaba que aquella mujer podría llegar a ser un gran fichaje. Parecía reunir todos los requisitos que él buscaba en una asesina. ¿Estaría dispuesta a ser su socia? El futuro lo diría... era demasiado pronto para hablar de negocios. Primero deberían conocerse más, ¿más íntimamente?

Pero lo cierto es que Isola estaba sobrevalorando a Lázaro, al menos, las palabras de la chica le dejaron totalmente despistado, no venían a cuento... a menos qué...

- ¿Te gustan? A mí no, lo cierto es que estaría mucho más cómodo sin ellos.

Esta vez era Lázaro quien lanzaba la indirecta/directa, y quien imitaba a la muchacha, recogiendo una nueva copa, y depositando la que en esos momentos sostenía a medio beber en la bandeja.

Después lanzaría su propio desafío...

- Hace una noche magnífica, ¿te apetece dar un paseo?

No pude evitar que una carcajada se abriese camino por mi garganta al escuchar su contestación. Le había sobreestimado, aunque no iba desencaminado, casi acierta. Casi.

Pero, por otro lado, no le faltaba ingenio, y no se andaba con rodeos. Me gustaba eso, y me dispuse a seguirle el juego, a ver hasta qué punto era capaz de llegar... Aunque quizá ese punto estaba demasiado lejos... Bueno, ya le frenaría los pies llegado el momento.

-Por supuesto.

Cambié la copa de mano y, sin esperar a que me ofreciese el brazo, me así a él, y le lancé una mirada pícara, indicándole que ahora era él quien llevaba las riendas de la situación. Este era su reto, su juego con sus propias normas. Yo solo tenía que moverme al compás, y divertirme un rato.

El número de personas que acudían a la fiesta aumentó sin darme cuenta. ¿De dónde habían salido tantos en tan poco tiempo? Si no fuera porque al principio sólo había dos chicos, cualquiera diría que se reproducían como conejos. Sin embargo, tampoco es que estuviese muy animada que digamos. Aburrida, conté sólo a cinco personas más aparte de mí. ¿Y se suponía que aquella celebración era famosa? ¡Por favor, si sólo faltaba que viniese algún crío de 5 años a esperar a Papá Noel para sentarse en su regazo! Pediría a dios que alguien le disparase en cuanto le viese, para que no me volviese a llegar ningún rumor sobre una fiesta relacionada con el gordo nunca más. O, antes que a la divinidad, a satanás, que aunque cobra más, suele hacer un trabajo perfecto. Y eso que no era muy religiosa que digamos.

Imaginaba que una de las razones por las cuales no acudía mucha gente es que, se suponía, que era una noche para pasarla en familia. Yo no tenía, nunca tuve, así que se podría decir sin mentir que nunca había celebrado la Navidad. Ni siquiera había recibido un regalo nunca. Y luego dirán que Papá Noel es el tipo guay que todo lo da y no pide nada a cambio. ¡Y un cuerno! Que por mi casa sólo pasaba para dar las buenas noches a mi hermano y darle alguna chuchería. Eso si pasaba.

El color blanco me afectaba, sin duda. Sólo hacía un rato que había llegado a la fiesta y ya me había quejado interiormente hasta de los duendes (en realidad no, pero si me dejaban la oportunidad, no la desaprovecharía). Suspiré, resignada. Como me había dicho antes, ya que estaba allí, algo tendría que hacer. Aunque hacía frío, podía pasar fuera un rato más. No tenía porqué entrar tan pronto.

Dejé la copa, ya vacía, en la bandeja del duende para tomar otra llena. Y empecé a observar con más atención a mí alrededor, para ver como era el ambiente entre los pocos invitados. Dos tortolitos tenían una conversación un tanto animada, mientras que a otro que había intentado entablar una charla con un hombre con una gabardina, al final le habían esquivado. Me acerqué a él, mirando al que se marchaba sentarse en un banco, solo.

- ¿No parece muy sociable, verdad? -Comenté, dirigiéndome al hombre. Al observarlo más cerca, pude ver su parche en el ojo que, aunque en diferentes rostros podía dar una aspecto amenazador, en él suyo parecía incluso quedar bien. Me esforcé por ser simpática e intenté apartar toda aquella bordería innata de mi mente.

Los ojos del chico me miraron, no sabría decir si me miraba con odio o simplemente esa era su caracter, de todas formas aguante su mirada. Se presentó como Zane.


- Un placer... -digo de espaldas a él [sin volverme]

Me apoyo en la pared, como momentos antes lo había hecho el tal Zane, y miro a la pareja que empieza a pasear por la nieve. Desde mi posición me parece ver a Lázaro, que por cierto, iba bastante raro vestido de "etiqueta". Me fijo en su acompañante, que creo que es Isola, de la cual puedo decir lo mismo que de Lázaro. Se les veía muy animados, pero parecían ser del tipo de personas que mienten.
Alzo la mano en la que tenía la copa y le doy un pequeño trago al licor que esta contenía, cuando bajo la copa veo que una chica se dirije hacia mi.

-Tendrá un mal día -digo, en cierto modo, poniendo una excusa. -Ginji -digo mientras en mi cara se forma una leve sonrrisa.

Me acerco para saludarla dandole dos besos, uno por mejilla, si se dejaba claro, la gente que he conocido últimamente no son del todo "amigables".

-Bonito vestido -comento por el simple hecho de empezar a hablar de algo. Además a la mayoria de las mujeres les gusta sentirse halagadas.

La primera fiesta a la que asistía en meses, y se permitió el lujo de llegar tarde.

Gary dejó su espada en la entrada, atendiendo la norma que prohibía la entrada de armas. Aunque no le terminaba de gustar, tenía sentido. Al menos sabía que ninguno de los patanes que allí dentro había iba armado, así que no era el único. Si algo salía mal, siempre podía correr. Ninguno parecía en muy buena forma física.

Posiblemente llegase ya muy tarde, y esa debía ser la causa de que la supuesta fiesta estuviera tan vacía. Aparte de los duendes que correteaban como si cobrasen por cada paso no había más de seis personas en el lugar. Una pareja bastante atractiva que hablaban entre ellos, un marginado que evitaba la compañía de los demás, y otro dúo que hablaba, aunque no tenían la misma imagen de complicidad que los otros. Respiró pesadamente lamentándose no haberse quedado en casa haciendo algo más productivo, pero ya que estaba allí... Al menos comería gratis.

Con movimientos gráciles y lentos empezó un baile por todo el salón, haciendo un recorrido por todas las zonas que le interesaban. Cogió prestados dos canapés, caminó hasta un rechoncho duende vestido rojo para cogerle tres copas, y terminó el camino parándose frente a los dos “amigos” que hablaban entre ellos. Sólo entonces percibió el parche en el ojo del chico, y por alguna extraña razón, no le asustaba. Contuvo las ganas de preguntar si era de verdad, aunque ya se imaginaba la respuesta. ¿Alguien llevaría un parche de broma a una fiesta? Seguramente no.

Entonces se fijó en la chica. No le faltaba belleza aunque su mirada le delataba como una mujer de armas tomar. Aunque no sonrió, Gary se imaginó a la chica enfundada en un uniforme militar azul mientras a gritos y latigazos transformaba a los duendes de la fiesta en sus esclavos personales.

Borró esa imagen de su cabeza mientras abría una leve sonrisa, ofreciendo una copa a cada uno.

-Tomad, invita la casa.

Su nombre era Ginji y no parecía tan peligroso como podía engañar aquel parche. Excelente. Se acercó para plantarme dos besos y le dejé hacerlo, aunque normalmente prefería un apretón de manos, algo más normalito y no tan "cercano". Por dentro, seguía algo de mal humor, pero me había propuesto parecer simpática y encantadora aquella noche. Después de todo, era una fiesta. Cutre, pero fiesta.

Volví a mirar al chico que se había marginado él solo. No parecía estar nada amargado, más bien simplemente prefería mantenerse alejado de todo. Aburrido, él se lo perdía.

- Lily -Me presenté. Tras escuchar su halago, sonreí, traviesa. Aunque simple, Ginji había demostrado saber halagar a una mujer. O, por lo menos, dar el primer paso para ganarse mi afecto. Si es que yo tengo de eso, claro-. Bonitos ojos -comenté, siguiendo la ronda de halagos.

Otra persona se nos acercó, un muchacho joven, sonriente, demasiado para mi gusto. Nos ofreció una copa y no la rechacé, aunque ya estaba servida, cogiéndola con la otra mano.

- La última -me prometí, mientras vaciaba la primera copa y la depositaba en una de las bandejas de un duende que pasaba demasiado cerca-. Mi nombre es Lily, encantada, caballeros -repetí. Esperaba que la noche no se basara en eso, en decir continuarmente mi nombre... Que estupidez sino haber ido...

Permaneci en silencio y en completa soledad sentado en aquel banco observando el sin fin de estrellas que se alzaban en aquel cielo nocturno, lentamente gire mi cabeza observando a todos los presentes, los cuales obviamente parecian divertirse menos yo, por lo cual cerre mis ojos comenzando a reflexionar. Se supone que era una fiesta y yo no me estaba divirtiendo, vale, quizas no es que yo sea muy social pero imagino que un dia sera un dia, asi que sin mas dilacion me levante de aquel asiento y me acerque a donde se encontraban aquel trio, una chica, un chico con un parche en el ojo y otro recien llegado.

- Nunca se dice la ultima... Si no mas bien la penultima, Lily - dije ya habiendo escuchado su nombre varias veces cuando esta se presento, dejando mi copa vacia encima de la mesa para luego coger otra llevando el borde de esta a mis labios dando un ligero sorbo al licor, manteniendome con los ojos cerrados.

[Atención a todos los de la fiesta. El 30 de Enero cerraré este tema y entregaré los puntos a quienes han respondido 2-3 veces. Tenéis 5 días para postear y sacar a vuestro personaje (si queréis hacer un último post, claro). Además, decir que si no estás ya dentro, no te molestes en intentar conseguir los puntos, no se admiten más personas a tan poco plazo del cierre.
PD. Sacaré a Lily en mi siguiente y último post, tened en cuenta esto si vais a volver a postear]


Me giré bruscamente al oír hablar al chico de los ojos rojos, él cual se había acercado a nosotros a pesar de su primer intento de escabullirse. Y marginarse, como había dicho antes. No parecía tan antisocial, después de todo, como para haber tenido la valentía de acercarse cuando ya éramos muchas más personas reunidas. Alcé una ceja, en parte por sus palabras, en parte por haber escuchado a hurtadillas mi nombre.

- Una debe de ser capaz de contenerse en todo momento. Si digo que es la última, no me contradeciré a mí misma, por supuesto -respondí, alzando levemente la copa, para llevarla luego a mis labios y dar un trago.

Apenas acababa de despegar los labios de la copa cuando oí el comentario de Ginji. ¿Otra vez el nuevo adjetivo? O estaba demasiado nervioso, o no tenía más vocabulario. Sin embargo, me contuve de dar forma a las palabras desagradables que ya escupía por inercia y mantuve la compostura. Aún así, repliqué con mi opinión:

- Demasiado fría.

[Me hacéis doblepostear x.x

En fin, día 31, se acabó la celebración, que no estamos ya en Navidad xD Ahora subo los 10 puntos a las fichas de todos, menos de Riot, que tan solo puso un post.

Decir que no he podido evitar darme cuenta de que todos los participantes, excepto Gary, eran de Oscuridad u.u Pero qué se le va a hacer... Por lo menos, no ha habido sólo dos personas en ella, como pareció que iba a suceder al principio.
El año que viene, más y espero que mejor.

PD. Sólo me queda aclarar que todo lo pasado en la fiesta será recordado por los personajes, pues no ha sido Off-Rol]